sábado, 4 de enero de 2014

Los juegos del hambre y temor y temblor




No creo inconveniente advertir que me ceñiré a un momento, o a un detalle concreto de la obra, y que por lo tanto me dejaré a parte comentarios generales y aplicados sobre el tema del cine y sobre este caso de cine en particular; no mencionaré luz, ni planos, ni interpretaciones, ni efectos especiales. Hablaré sólo de lo que me encogió los cojones.
Admito que no puedo determinar cómo de atento estuve a la película (subrayo película), hasta qué nivel de profundidad calaron en mis entretelas sus mensajes, o hasta qué punto fui conocedor de todos los detalles. Sin embargo, creo entender una parte central del argumento, que después actuará en favor de mi asombro: Katniss, la protagonista, está jugando a matarse por evitar que lo hiciese su hermana pequeña, y más aún, bajo la promesa de volver con ella. De hecho, y si mal no recuerdo, buena parte de la película consiste en recordarnos tal cosa: el carácter “voluntario” de la participación de la chiquilla, el deber volver con la pequeñaja, y esas cosas.
Entonces, casi al final de la historia propuesta para una primera parte, es cuando me sobreviene el problema. En un momento dado proponen por la megafonía magnífica que la regla de “sólo un ganador” se replantea, de tal modo que puede vencer una pareja (enterita, con su macho y con su hembra). Y cuando el señor Peeta y la señora Katniss ya habrían de ser los vencedores, de nuevo la voz desde el cielo les comenta que lo anterior era un mal chiste, que sólo puede quedar uno, facilitándose acto seguido unas uvas que matarían a quien las comiese, y pidiendo que uno de los dos fallezca.  Son puestos a prueba una vez más, más radicalmente, más críticamente. Y todos sabemos padecer la tensión de ese momento (en mayor o menor medida), pero no sé si puede ser comprendida en su totalidad la tensión de ese momento. Porque toman la decisión de morir los dos, como redención salvadora, como única solución. Y tenemos la obligación de recordar: la razón de que ella esté donde está es haber salvado a su hermana y volver a verla, volver a estar con ella y cuidarla. Pero ahora decide morir, precisamente como salida al problema en el que se encuentra. Podría ser que la guerra la ha vuelto irresponsable, y ya ha decidido reordenar sus prioridades; o que ha forjado en su ser la figura de un héroe trágico, y morir es ser recordado, morir bajo una injusticia puede desembocar consecuencias magníficas; o podríamos pensar que había mentido en su promesa a la pequeña, y sabía desde el principio que podría morir, por lo que no tuviese que asimilar la desgracia en el último capítulo de la película, sino que se hubiese ya resignado a la nada desde mucho antes; o, diferente de todo esto, podría ser algo que podemos no comprender, algo ante lo que pararnos y asombrarnos, pues podría ser que Katniss realmente entendiese que en virtud de su sacrificio todo se vería realizado, que volvería con su hermana, que saldría de allí. Lo que pasase después de esa escena ya me daba igual, porque ya había llegado al momento al que quería llegar: Katniss alcanzó algo que no puede defender ante nadie, algo así como paradójico, pues en tanto que individuo, ha superado lo general. O bien está en lo inexplicable, o bien es una suicida, una mentirosa.
Katniss podría ser una guerrera, una revolucionaria, o como he dicho, un héroe trágico. Y como héroe trágico sería admirada. Sería admirada en su sufrimiento y su dolor, en su pérdida, en su intención. Pero del otro modo no cabría sufrimiento, ni tampoco llantos ni admiración en su nombre. En este sentido Katniss vive en el secreto, conoce la miseria, cuenta las lágrimas y no olvida nada.
Por consiguiente, o bien hay una paradoja tal que el Individuo se encuentra como Individuo en relación absoluta con lo absoluto, o bien Katniss está perdida.

Momento idóneo para ver la película: a cualquier hora del día, teniendo tareas pendientes, para alejarse uno de ellas, a ser posible con una infusión calentita y tumbado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario